22 noviembre 2008

SHOKA



A menudo los momentos más preciosos de la vida
se componen de las cosas más simples
como contemplar un Ikebana.

PIEDRAS



Al principio de empezar Ikebana, cuando nos tocaba hacer paisaje, la profesora nos hacía coger alguna piedra para ponerla en la composición y siempre nos decía que la observáramos muy bien porque siempre hay un lado más bonito o singular que el otro que realza su bella forma.
Así empezó para mí esta afición de buscar mirar y contemplar las piedras que nos regala la naturaleza. La verdad es que desde entonces para mí es como una terapia poder "contemplar " las piedras.
Cuando voy al bosque, a la playa o bien cuando estoy de viaje, pido siempre permiso a ese lugar para poder coger y quedarme con ella para después tenerla cerca de mí.
A veces pienso en eso que dicen: que nosotros no escogemos las piedras sinó que son ellas las que nos escogen a nosotros.
Y así, un día que las estaba mirando empecé hacer pequeña composiciones, paisajes o pequeñas esculturas, aquí os muestro una de ellas.
Tamaño 22,5 x17,5

10 noviembre 2008



EL OTOÑO




EL otoño es una de las estaciones más bellas que cada año en estas fechas podemos disfrutar.
La transformación de la naturaleza, no nos suele dejar nunca indiferentes, nos asombra a la vez que disfrutamos de esos colores tan hermosos que nos llegan al alma.Los colores cálidos nos aportan serenidad, paz, armonía y nos transportan al pasado trayendo a nuestra memoria recuerdos que llenan nuestro corazón de una dulce añoranza. Me gusta pasear por esos jardines, parques y bosques, recreando mis sentidos.
Con la vista, cada árbol parece único en su expresión de esa transformación, a través de esa explosión de colores. Si cierro los ojos, me llega el olor tan especial de bosque húmedo, setas y de ese musgo que vive en cada rincón del bosque.
El silencio, la calma solo rota alguna vez por el canto de algún pajarillo o por la caída de alguna hoja. Y durante el paseo, cuando encuentro esos madroños ofreciéndome como regalo sus bayas rojas ya maduras,las saboreo,mientras observo sus pequeños ramilletes de flores preparadas para darnos en el próximo otoño, otra vez, sus frutos. Y es así como el madroño nos cuenta que en cada otoño se esconde una nueva primavera.