23 abril 2008

Árbol

Nunca observamos atentamente la calidad de un árbol, nunca lo tocamos para sentir su solidez, la rugosidad de su corteza, para escuchar el sonido que le es propio. No es el sonido que produce el viento a las hojas, ni la brisa de la mañana que les hace susurrar, sino un sonido propio, el sonido del tronco y el sonido silencioso de las raíces. Hay que ser sumamente sensible para captar ese sonido. No es el ruido del mundo, la verborrea del pensamiento, ni el ruido de las disputas humanas y de las guerras, sino el sonido propio del universo.
(Krishnamurti)


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